Está claro que nadie olvidaremos el 13 de marzo de 2020 cuando anunciaron el confinamiento. Dejamos de lado todo lo que estábamos acostumbrados a hacer y desde entonces nada ha vuelto a ser como antes. En una sociedad marcada por las relaciones, nuestra economía ha dependido fundamentalmente de contactos interpersonales pero, eso ha cambiado y, parece que ha llegado para quedarse, por lo menos a medio plazo. Deberemos por lo tanto, estar preparados.
La Low Touch Economy, o la economía de Bajo Contacto, es una economía conformada por nuevos hábitos y comportamientos humanos, regulaciones basadas en una interacción de poco contacto cercano, altas medidas sanitarias y restricciones de viaje e higiene.
Nos encontramos ante una nueva realidad, es preciso entender que el mundo ha cambiado y que estamos en la era del distanciamiento social. ¿Cómo seguimos entonces con nuestros negocios? ¿Cómo relacionarnos con nuestros clientes? ¿Cómo impactar en un mercado tan complejo?
Tendremos que imaginarnos nuestros negocios y formas de trabajar de manera muy diferente. Ahora más que nunca, será imprescindible conocer a nuestro cliente para detectar oportunidades y definir el camino a seguir. Estar atentos a los nuevos hábitos de comportamiento y necesidades que surjan con ellos será clave.
Se acercan las navidades y ya nadie se imagina las calles repletas de gente, aglomeraciones en tiendas y grandes superficies para las realizar compras, comidas, cenas de empresa, etc. Este es solo un ejemplo de cómo las personas hemos ido cambiando y las empresas tienen que estar preparadas para dar soluciones a esas nueva realidad y demandas.
Según la consultora Nielsen, las compras online durante el confinamiento tuvieron un crecimiento del 86 %, llegando al millón de hogares, mientras que las compras realizadas en el comercio minorista bajaron por encima del 30 % a finales de abril, según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Entendiendo que el consumidor ha cambiado, pongamos algunos ejemplos de qué tendremos que hacer para poder seguir vendiendo.
- Parece lógico pensar que las compras online seguirán creciendo. No será suficiente abrir una tienda online o estar presente en Amazon. Tener una presencia activa en las redes sociales será imprescindible, teniendo en cuenta que es la principal identidad digital para la relación con la sociedad hoy en día.
- Pensar en alternativas que sustituyan las antiguas visitas comerciales al cliente, como por ejemplo, los espacios de exposición digitales que le permitan percibir lo que se le está enseñando (basados en realidad virtual y aumentada).
- Ofrecer productos o servicios que se adapten a los nuevos hábitos del consumidor:
- Reducción de viajes, sobre todo internacionales y aumento del turismo interior. Pensar y habilitar plataformas para ello.
- Nuestro hogar se ha reconfigurado, ahora es el nuevo espacio de ocio y entretenimiento. El streaming jugará un papel clave.
- La telemedicina, el seguimiento online de los pacientes, parece una tendencia creciente. Pensar en soluciones tecnológicas, apps y servicios relacionados.
- Formación online. Parece claramente una tendencia en aumento sobre todo en algunos perfiles de profesionales. Un dato interesante a tener en cuenta es que el 35% del contenido en Netflix ya se usa en educación.
- etc.
- Estar preparados para analizar e interpretar los datos para ofrecer soluciones personalizadas a nuestros clientes.
- Acercarse a tener que firmar algo, podría ser un proceso que también se transforme. Explorar opciones de plataformas para la firma digital e incorporarlas en nuestros procesos.
Deberemos por lo tanto, estar preparados. ¿Quieres que te acompañemos en definir la experiencia de usuario que mejor se adapte a tus clientes?